4 mar 2008

Carta al Cielo

Cuanto tiempo hace ya que no me paro y me pregunto: - ¿Qué será del Sol? pues entre mis descuidos y mis dudas no paro de ver estrellas a mi alrededor.


¿Cómo te va? ya se que hablamos tiempo atrás, pero en cierta manera no nos dijimos nada más que palabras entre líneas. Ahora en serio ¿Qué tal estás?. Por mi parte todo igual, el cielo sigue azul, el agua moja, y las montañas nos miran desde lo alto.

Tengo que confesarte que no es lo mío el escribir cartas (bien a mano o bien a ordenador), pues siempre tiendo a sobrevolar por los campos de mi pequeña cordura y me dejo arrastrar por el arrullo del río que es mi imaginación, mi vida y mi locura.

Ves lo que te digo, ya empiezo a divagar por las dunas de esa incesante oleada de pensamientos que me trasportan a otro mundo donde soy libre, donde no se conoce la palabra del mal, donde la armonía se funde con la belleza y todo el mundo parece ser feliz. Lástima que me encuentre solo soñando en una noche que será como las demás, pues el paso del tiempo es inexorable para un corazón tan ansioso de volar pero tan cansado de no poder olvidar. Ya recordaré esos días en que las acampadas eran algo más de lo que hoy me parece que son. Ese recuerdo de algo tan fugaz que se desvanecía en un momento dejándote una sonrisa en los labios con un aroma de felicidad. Ya han pasado los días y los tiempos de plazo para disfrutar esa felicidad. Llega el día en el que a todos nos toca pensar que ya no hay vuelta atrás, que has de seguir adelante. No hay noche que pase entre las brumas de mis sueños que no recuerde momentos que no se pierden en mis venas, que junto con otra gente, otros amigos, otras personas he estado más cerca de mis sueños, de mi mundo, de mi felicidad.

Ya oigo entre las cortinas de mi habitación como se desprende de tu garganta un ligero hálito ante tanto... aburrimiento. Ya te advertí que era de esperar que vagara por ahí sin saber donde me conducirían mis pensamientos. Siempre puedes romper la carta y pensar en ella como una simple divagación en un sueño nunca soñado.

Dime por qué entre un millón de estrellas siempre miras a la misma.

Espero que no te haya aburrido con tanta tontería, no me gustaría saber que no me llegarías a responder porque te aburres conmigo, o mejor dicho, con mis cartas. Por si es el caso te mando una rosa de papel para que pienses que no todo en este intento de carta ha sido parte de nuestra imaginación



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